En pleno siglo veintiuno, todavía causa expectación la presencia de un desfile de la legión. Al menos, en el sur. Encuentras manifestaciones antimilitaristas ya sea por el significado bélico que tiene la concepción de un ejército, ya sea por lo cuestionable que es en sí el gasto de defensa, o bien por lo de alienante que tiene el recuerdo que aún tenemos algunos de aquello del servicio militar obligatorio. Pero es aparecer la legión por las calles de cualquier ciudad sureña y es una fiesta. Ahí desaparecen todos los sentimientos negativos y sientes como la gente que te rodea lo percibe como algo propio. Algo que va más lejos de concepciones racionales. Percibes euforia, emoción, incluso algo de fanatismo. Más o menos como lo mismo que pasa con el fútbol y los toros.
A mi sigue sin gustarme ni el fútbol, ni los toros. Ni la legión.
domingo, 7 de octubre de 2012
La Legion
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